Sospecho en tu frente el mejor horizonte que veré. Deseo enterrar mi cuerpo ahí, en tus breves arrugas. Me curo con agua de estar viva y cierro la llave de la regadera con ganas de toda apagar. Caen las gotas de las puntas de mi pelo como un llanto quedo que me va mojando la camisa. Olvido mi cuerpo, lo dejo llorar. Miro en tus ojos un árbol que se mueve leve con el viento. Yo no sé si estas calles son nuestras, pero sé amorosamente mis días en tus pasos. Sé del amor porque tu ritmo al andar es una cuerda que me vibra. Sé del amor cuando miro en tus ojos las manos del dolor, temblando.
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