lunes, 21 de abril de 2008

Oficio y felicidad


Por Carlos Sánchez
Viste pantalón de mezclilla y calza Converse blancos. La sonrisa en su rostro es perenne. Baila desde adolescente. Eligió estudiar preparatoria en CEDART al sentir que los mesabancos le apretaban el cuerpo.
Nadia Rodríguez estudia ahora la licenciatura en Artes Escénicas en la Universidad de Sonora. Y es la emoción de la danza todas las horas de todos los días. Baila con producciones La lágrima. Y pisa el Desierto para la danza.
Las fotos, dicen, son injustas, porque nos muestran sólo un instante, en esta ocasión la imagen es fiel: la sonrisa otra vez pendiendo del rostro: evidencia de vivir haciendo lo que se ama.
Nadia es un pez en el umbral de la Casa de la Cultura. Juega siempre en el diálogo, y en el instante previo de conversar ante la grabadora, analiza la función recientemente vista.
“Al observar la danza, en ocasiones la sensación es de motivación, otras veces de tristeza. Eso es dependiendo de la función”, dice Nadia.
¿Y cuándo eres la protagonista en escena, qué ocurre después?
Como bailarina nunca estás conforme con tu trabajo, luego que te ves en video, y eso espero, de volada ver el video para ver cómo trabajé y qué me hace falta para mejorar.
¿Cuántas veces al día viene a ti la danza?
Todo el día.
¿Por qué la danza?
Desde pequeña estuve en gimnasia, ya conforme estuve en la secundaria dije yo, no puedo estar sentada en un banco y entré al CEDART, ahí conocí bien la danza, aunque estuve desde más chica con la maestra Alba Clara en los talleres, fue en CEDART que entré más de lleno a la danza y me gustó expresarme por medio del movimiento, hablar con el movimiento, así empecé. Y después me fui directo a la licenciatura.
¿Cuál es la hora del día que más disfrutas?
La hora de clase, técnica de ballet y danza contemporánea, y la hora de la comida, cuando llego a tener.
¿Qué experimentas cuando escuchas tercera llamada?
Son unos nervios incontrolables, muy padres, y ya quiero salir a escena, sobre todo porque no aguanto los nervios.
¿Qué otras disciplinas artísticas te nutren?
El teatro me aporta mucho sobre todo ahora que vamos a iniciar con una obra, ahí he estado conociendo mucho y me ayuda para la danza; la música, ni se diga, no puedo dejar de escuchar música. Más que nada esas dos disciplinas.
¿Crees que la danza tenga que aportar algo socialmente?
Sí. De hecho así se empezó en Hermosillo, con Truzca, sus temáticas en las coreografías decían algo, sobre todo del rollo político, y varias coreografías que se han presentado en Hermosillo tienen esa intención, ya sea de quejarse o demostrar o simplemente contar algo que haya pasado en la historia.
¿Qué implica bailar en el Desierto para la danza?
Es una responsabilidad muy grande porque es un evento internacional, donde te estás topando con algo que no vez a diario, es también una emoción muy grande, que se goza.
¿Qué esperas para mañana (hoy) cuando bailes?
Espero una buena función, sobre todo, y gozarla, no dejar de jugar nunca, eso es lo que espero.
Nadia otra vez en la risa, la conversación con los amigos, el manifiesto de amor en la mano que la estrecha y le acompaña. Nadia otra vez la clara evidencia de la felicidad porque se vive amando el oficio. Y se ejerce. Bailar.

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