miércoles, 10 de noviembre de 2010

Escribir te hace sentir que dejaste la sangre allí


Luis Álvarez "El Gringo"

por Carlos Sanchez
10/Noviembre/2010


Caborca, Sonora.- Le dicen El Gringo. Tiene impreso en el color verde uva de sus ojos un niño dubitativo. Observa con ingenuidad. Engulle el horizonte, supera barreras, ejercicio de análisis tácito son sus pupilas encontrándolo todo. Y lo encuentra a través de la literatura, la que desarrolla al leer y escribir.


Ya escribió un cuentario, (Tijuaneados), una novela (El tiempo de la uva), ya escribió un poemario (Rostros de voz). Y así los días insertos en el desierto, localidad de la ciudad donde habita: Caborca. Allí, El gringo, quien por alias es conocido como Luis Álvarez Beltrán, trabaja en la renta de películas, le entra a esto y lo otro: vende libros, coordina un club de lectura, y mientras la vida le ocurre, observa al ojo del amo el crecimiento de sus dos hijas que son gemelas, el mayor móvil para el amor.


En el cuarto trasero del local donde renta películas y ofrece libros, huele a resistencia, allí, un día a la semana sesiona el club de lectura que por nombre lleva Duermevela, en honor a un poemario del escritor sonorense Jorge Ochoa.


Entre la textura añeja de paredes, y con el ruido a intervalos de clientes que buscan algún filme, se realizan los comentarios sobre los libros que los integrantes del club leen.


Ahora es de noche, minutos posteriores a la presentación de un libro de crónicas de un autor hermosillense, y es en el Gringos video, donde el escritor caborquense atiende y conversa sobre diversos temas, el primer aniversario de existencia del club de lectura, por ejemplo.


“En Octubre cumplimos un año de estarnos reuniendo los jueves por la noche, desde las ocho de la noche y prácticamente hasta que el cuerpo aguante, porque a veces es hasta las once o doce de la noche que nos hemos quedado en este humilde comercio, en el cuarto de bodega. Así funciona”, expone El Gringo.


--¿Cuántos integran el club?


--Lo integramos aproximadamente unas quince personas, pero algunos son miembros visitantes, nomás vienen por libros, los leen en sus casas, ellos son adolescentes, preparatorianos, o personas que laboran y pasan por aquí y les ofrezco libros y se los llevan, pero los constantes, quienes leemos y platicamos sobre libros, intercambiamos, somos entre ocho y doce elementos, unos tenemos más asistencia que otros.


--¿Qué cosas ocurren en una sesión del club?


--Ahora que estábamos celebrando un año nos confesamos un poco, nos sinceramos de una manera que no la hacemos habitualmente, en el sentido de qué significa para cada uno y a lo largo del año este club de lecturas, y por ejemplo, Jesús Rascón, nos dijo que él no tenía con quién compartir su amor y afición a la literatura y que él encontró en este club la posibilidad de platicar, compartir la pasión de un libro. Otros externaron que no accedían a cierto tipo de literatura porque tenían un gusto caprichoso o exclusivo hacia cierta temática o género, y que aquí ampliaron sus horizontes. Lo más entrañable de un club de lectura es compartir, platicar, sonreírnos juntos, bromear, externar comentarios sobre autores, sobre libros, y verdaderamente disfrutar de lo que dice el compañero, aprender de lo que dice, realmente creo que en el común denominador, lo que comulga es que desde aquí aumenta el amor por los libros, crece el amor a través de la convivencia de ideas y lecturas.


--Eres escritor: ¿de qué te ha proveído escribir, y que te aporta la literatura en general?


--Te voy a decir lo que dice Sergio Rascón (pintor caborquense) a cerca del arte, una vez que lo entrevistamos mi amigo Ricardo Félix y yo: el arte deslumbra, dice Sergio, la oportunidad de deslumbrarse con una obra es un móvil, un motor. Y te lo digo porque al momento de terminar un cuento, a veces uno puede llegar a llorar, o terminar temblando, escribir te hace sentir que dejaste la sangre allí, después de escribir doce o catorce horas consecutivas, sientes que andas nomás con la piel y los huesos porque dejaste la sangre en el texto que escribiste. Para mí es una pasión: combinación de amor por la soledad, de amor por la auto confesión, amor por el juego del lenguaje, la infinidad del lenguaje es el secreto placer al estarlo machacando, explorando y explotando hacia el cómo desarrollar e inventar una historia. Y es un oficio irrenunciable, es hermoso.


--¿Qué es más placentero, leer o escribir?


--Leer. Todos los que han publicado antes que uno, o lo que ha llegado a trascender es mucho mejor que lo que uno pudiera llegar a escribir, leer es viajar, maravillarse, y recibir historias geniales armadas a lo largo de tantos años, y yo siempre lo digo, la primera novela que leí, Capitanes y Reyes, de Taylor Caldwell, tardaron quince años en escribirla y es un regalo a la humanidad, o igual Norte y sur de John Jakes, y uno tiene la oportunidad de meterse a ese mundo increíble, escribir es difícil, y leer se agradece, uno siempre acaba dándole las gracias al libro y a quien lo escribió.


--¿Qué significa vivir en Caborca y de qué manera influye a tu escritura?


--Caborca es especial, uno va reuniendo datos y conocimiento, a la vez que amor, por su tierra, la historia de Caborca es especial, la infancia que tuve en Caborca en los setenta y ochenta es especial, la música que nos gusta en Caborca es especial, son detalles que pudieran ser banales pero nosotros estamos hechos de esto: de nuestra forma de hablar, de lo que comemos, de la historia de nuestro barrio, estamos inspirados en el escritor Abigael Bohórquez, en el pintor Sergio Rascón, en Adalberto Sotelo, hombres que son pilares de nuestra cultura y creo que por una serie de circunstancias históricas, sociales, personales, yo considero a Caborca especial, desde el seno de mi hogar, mi primaria, mi barrio, y lo he plasmado en mis libros. Y en esto tiene que ver el contexto histórico, socio histórico, soy economista, soy un escritor aficionado, y como lo dije en Hermosillo alguna vez: he llevado muy lejos la broma de escribir y he publicado libros pero no me he graduado como escritor, y yo creo que Tijuaneados (libro de cuentos), no se trata de Caborca, de mi pueblo, y sin embargo es mi bautismo de fuego en la literatura, y ya nomás me queda un solo ejemplar, pero quisiera tener diez, o quince, o cincuenta o cien y darte uno.

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