jueves, 29 de noviembre de 2012

Morir vestida

La Perla y su paso por la vida, los días de infancia, la soledad, la adolescencia de pelo rizado, su capacidad para el ligue, un mal encuentro con los malos, el final

Carlos Sánchez

Cd. Victoria.- Bailaba como la Beyonce. Era exótica. Morena. Bailaba con cadencia. Fue Miss Tamaulipas en un concurso de belleza gay. También bailaba en las fiestas, en los bares, en concursos. Bailaba…
De niño se trepaba a los camiones, optimizaba los rizos de su larga cabellera, su piel oscura, su cuerpo esbelto, su voz de canario y se vestía de payaso. Contaba chistes y pedía dinero por sus números a veces ensayados, otras veces –los más– improvisados. Cuando un vecino de la colonia se trepaba en el mismo camión que él, la reacción generalmente era el silencio. Tenía que huir como si lo acusaran de robo.
En Ciudad Victoria, Tamaulipas, la paranoia late en todas las calles. En los medios de comunicación se registra la violencia, pero digamos que la violencia light, la intrafamiliar, la del bandido que atraca comercios, el cristalazo a la cervecería, la colisión y las pérdidas irreparables.
Aquí los reporteros de la fuente policiaca firman notas sobre jueces que rechazan a sus guaruras, estadísticas de accidentes que son la principal causa de muerte. Nuca la investigación de un asesinato, nunca los nombres de los que mueren después de un levantón.
Por eso el nombre de Jorge Alejandro Camarillo Zapata (a quien de niño apodaban el Negro y cuando fue creciendo adoptó el de la Perla), no apareció en los periódicos para que la sociedad se enterara de su muerte, como antes fue costumbre en esas secciones que paradójicamente llevan por título: Seguridad.

Si deseas leer el texto competo, da click en: www.spleenjournal.com

martes, 6 de noviembre de 2012

Editar: impulso irracional




Carlos Sánchez

Editar es un gusto, y ocurre desde el impulso. Las palabras construyendo literatura, análisis, los puntos de vista dichos desde el pensamiento.
Coordinador editorial de la revista La tempestad, Óscar Benassini, vino, procedente del Distrito Federal, a la Feria del Libro Hermosillo 2012, precisamente a eso, a compartir el contenido de la revista que coordina, y a conversar.
En el Foro Rosario Castellanos compartió sus conceptos, en la Feria ejemplares para hacerlas circular. Allí también esta entrevista:
--A veces es una aventura, a veces un sueño, editar, sin embargo La tempestad tiene prestigio y además permanece en circulación. ¿A qué le adjudicas esta permanencia?
--Yo estoy en ella desde hace cinco años, pero la revista hace quince años que existe, y me he dado cuenta que no nada más son las ganas de hacer una revista o el conocimiento para hacerla, sino básicamente la verdad hay que tener dos cabezas, una que se encarga de lo romántico, las cuestiones editoriales, y otra cabeza fría para ver la revista como un medio, un producto, que más allá de posicionarse en el gusto de las personas, que tenga lectores, pueda comercializarse, yo creo que este es el éxito de una revista, porque personas con gusto para leer va a haber en todos lados, pero cómo le haces para hacerlo llegar a las personas, se escucha feo pero es la realidad, es una visión comercial del objeto que tienes, que estás haciendo.
--¿Cómo funciona la publicación de La tempestad, cuáles son los criterios editoriales, la forma para hacerse de colaboradores?
--Nace del gusto, nos gusta, nos interesa un tema, se hace una reunión, al director le interesa otra cosa y se llega a un consenso de cómo algo está pasando en el mundo pero qué están pensando los artistas sobre eso, ubicamos a artistas, luego hay una labor de mapear a escritores y concluimos que este puede escribir sobre esto y ese sobre otra cosa, comisionamos todos los textos siempre, pero es una labro de investigación de ver quién está en la misma sintonía que nosotros ese bimestre, y ya, es todo. Los criterios obviamente son de que sepa redactar y que sea un especialista en el tema, pero siempre tratamos de perfilar con el autor, el colaborador, los textos, decirle por aquí, o por acá porque al final la revista tiene qué tener una opinión y esa la modelan los editores.
--¿Por qué editar?
--No hay un porqué, es un impulso irracional, si yo quiero hacerlo, es raro porque particularmente la labor de un editor es como una criba, hacer un conjunto de cosas que te gustan, que emiten una opinión ya reunidas, pero combinas imagen y texto, no te dedicas sólo a la imagen o al texto, estás haciendo un paquete de información sobre algo. El editor lo que quiere hacer al final y dejar una opinión sobre algo y reúne un paquete de información y la revista es su comentario, o crítica u opinión sobre ciertas cosas, pero creo que nace de algo medio irracional o instintivo pero que nace de la urgencia de opinar sobre lo que está pasando.
--Óscar Benassini es una referencia de los editores de Sonora, a nivel nacional, ¿qué te significa presentar esta revista en la que estás editando, a Hermosillo, de donde eres originario?
--Me da emoción volver a mi casa, mis calles. No conozco a tantos editores aquí pero sé que hay muchas cosas y valdría la pena de que pensaran más allá de la cuestión de hacer una revista en Hermosillo, creo que esa visión de desde dónde estás haciendo la revista, es muy fuerte para los editores de acá, como una renuencia al centro, pero que es una idiotez porque cuando tú renuncias al centro te estás convirtiendo en el centro, estás haciendo lo mismo, pero me emociona ver publicaciones nuevas, y creo que hace falta un trabajo más eficaz de las instituciones, aunque una revista no puede depender de las instituciones, y un poco más de valentía, de arrojo de los editores, de hacer un proyecto más congruente, más conciso, porque una revista no sirve de nada si no llega a las personas, porque si no estás hablando en tu casa, y para eso me pongo a cantar en el baño, tienes qué hacerla llegar, si no, no existe, y creo que hay una limitación aquí.

Teoría de las catástrofes, públicas e internas




Carlos Sánchez / sonarquevemos@gmail.com

Radica en Oaxaca, es de Zacatecas. Vino a la Feria del Libro Hermosillo 2012, a presentar su novela Teoría de las catástrofes (ed. Alfaguara). Tryno Maldonado es escritor, editor, reconocido como uno de los mejores novelistas jóvenes de la actualidad.
Del contenido de su novela, de las obsesiones y pretensiones. De eso trata esta conversación:
--¿Cuál es el detonante para que exista ahora tu novela Teoría de las catástrofes?
--El escenario en el que se desenvuelve la novela es el casi año completo de 2006 en Oaxaca donde ocurrió un plantón de maestros, y la posterior incursión de la policía Federal para sofocar el movimiento, esto es el resumen: siete meses e orden cronológico, es como el contexto donde se desarrolla la novela y sin embargo esa es la lectura a nivel del ámbito público, pero existe otra lectura que es en el ámbito de lo privado: una pareja de mi generación, un chavo y su chava que duran tres años y estamos viendo su último año de relación, entonces el libro puede leerse como una catástrofe a nivel social pero también una catástrofe doméstica, y una catástrofe íntima, entonces me interesaba jugar con esos dos ámbitos, poner el lente grande que englobara lo social, el conflicto político y la crisis del estado que se vivió en ese momento, y por otro lado esta historia de un amor que llega a su fin.
--¿A qué aspiras como novelista cuando se te viene a la mente ese proyecto?
--Primero a ser honesto, contar historias honestas, sin ninguna pretensión, muchas de las cosas aquí narradas tienen un cariz autobiográfico, aunque esas son las más aburridas, las más interesantes son meramente ficción, y lo otro, la mayor pretensión o aspiración es simplemente relatar el tránsito de un grupo de individuos de diferentes generaciones, diferentes orígenes que transitan por un conflicto social que los sacude y les hace ver su mundo y su país con otra óptica, esa era la única pretensión, y sin embargo no quería darle la vuelta a los grandes relatos, no quería dejar de soslayo, como muchos autores de mi generación de literatura de moda hacen, y que solamente se ven el ombligo, o recurren a otros libros, a otro autores.
Me interesaba hablar del amor, si yo te dijera que esta es una novela de amor puede sonar muy cursi, sin embargo quería plantearme el amor como tema generacional y cómo se entablan las relaciones afectivas para toda una generación y las relaciones interpersonales. Me interesaba hablar de política también y del por qué un buen de mi generación tememos o somos renuentes al compromiso de toda índole, por ejemplo político, compromiso de pareja,  compromiso a una causa, a un partido, parece que somos activistas de facebook solamente, pero si eso implica llevar tus ideas más allá, llevarlas a la calle, ahí sí se acabó el activismo, y es un poco lo que tiene qué hacer Anselmo, mi protagonista, se ve involucrado por razones un tanto azarosas en el movimiento magisterial y en el posterior movimiento civil de 2006, y esta era la aspiración que tenía: ser honesto, hablar de temas que yo creo deben ser tocados en este momento.
--Una novela que te lleva más de tres años escribirla, una novela de cuatrocientas páginas, ¿qué te provee, qué te deja, qué te aporta?
--En el proceso mucha incertidumbre, te puedo contar esta novela por la suma de las restas que tuve durante este proceso que fue muy arriesgado, muy temerario, pero no me arrepiento. Las restas que tuve durante el proceso de creación fueron mi trabajo, mi chava de entonces, me quedé sin dinero, empecé a comer sopas Maruchan, latas de atún, pero dije si no lo hago ahora que tengo treinta y tantos años, va  a ser complicado que se den las mismas circunstancias para hacer una novela tan ambiciosa como esta.

La importancia de la música




Carlos Sánchez
Volver a Cananea. Los cerros como un camino bordado hacia el corazón.
Descendimos la cuesta, levantamos flores con los ojos, sentimos olores de tanto amar el paisaje. Ruido de pájaros, el viento luego para formarnos la idea clara de una tarde clara.
Cananea es esto y aquello: la memoria de una caminata sobre la plaza, el sicomoro alumbrando los sentidos de un niño que juega a ser guardabosques, la canción siempre repetida en noche bohemia y la historia de un preso por causa de su torpeza. Notas y versos de un pormenor.
Llegamos apenas la tarde en su pardeo, cruzamos las vías del ferrocarril y atrás la incertidumbre de la sierra, ese lugar adonde se trepa y quién sabe si uno podrá bajar. Esta ocasión, como tantas más, logramos el descenso con una sonrisa como careta inamovible.
Brindamos de manera tácita, apenas con el rumor de nuestras energías, apenas con la complicidad de la mirada. Luego fuimos a la biblioteca, después al barrio Cananeavieja, ante los ojos y las flores, esperando por nosotros Josefa, Chago, Socorro, los Rojas Molina: casa de puertas abiertas. Estrechamos las manos como vehículo de confrontar el alma.
Vimos un jardín, dos moradas para pájaros, un montón de ocre y pocos grados centígrados. Celebramos sin palabras, los párpados abiertos para describir el sentimiento.
Más tarde fue lo de Poesía en prenda, antes una sopa, unas enchiladas, una taza de café. Y vinieron las palabras para recordar al poeta ido: Abigael Bohórquez quien por el oficio todo lo diera.
Estábamos, estuvimos para celebrar los versos, la entereza, el atino de la palabra construyendo congruencia, sapiencia. Josefa Isabel Rojas Molina dijo el recuerdo y todos los presentes, después de las siete de la tarde y dentro del marco del veintisiete aniversario de la Biblioteca Pública Buenavista del Cobre, observamos al vate echando agua en la cabeza a un poeta en ciernes llamado Ramón Martínez. Porque así bautizó Abigael en su primera lectura a Ramón.
Eso fue en aquéllos años cuando Bohórquez llegó a Cananea y de cuya ciudad tenía la idea de una cabaña repleta de libros. Así la charla, después la lectura, Desazón es un poema que nos encoge el corazón y nos lo aprieta, también estuvo allí.
Vinieron comentarios, preguntas, datos fluyeron sobre el poeta Abigael, y aplausos a favor de su existencia. Así la tarde de un jueves para clausurar el día, con la poesía dispuesta, el recuerdo presente, perenne.
Al día siguiente la invitación, Verónica Canela que nos lleva de la mano generosa al restaurante de mariscos Mayra. Allí por sorpresa nos tomó la música desde el talento de Francisco Bracamontes.
Con un palo de ciego reposando en el umbral de una mesa, frente a un vitral, y más allá él con guitarra en mano, con micrófono cerca de los labios para vacilar la vida a ritmo de cumbia, de balada, unos Apson bien aplicados para recordar cuando apenas era un jovencito mi mamá me decía…
A Francisco hace algunos años se le apagó la luz de los ojos, y esto una consecuencia para encender la luz del talento, a más, porque ya lo traía, y fue entonces que ya de tarde y viernes preámbulo para la presentación de un libro más, Matar (conversaciones con asesinos), comimos acompañados de versos sin estridencia, de palabras hilarantes, divertimento ingenioso.
Un arroz, pescado frito, salsa bandera, limonada natural, camarones empanizados, caldo largo. Francisco nos convocó con su canto, y bailamos para adentro, porque el pudor nos paralizó el cuerpo. Celebramos su creatividad, la enjundia, y nuevamente supimos que Cananea es un canto constante.
Hubo un momento en el que vimos la sonrisa sostenida del cantante, y fue en el momento de entonar aquella historia de una sirena como desayuno. Nos divertimos también con la anécdota, con el equívoco en el verso y decir gallina por sirena. “Todos me dieron un carrillón”, dijo Francisco.
Y hete aquí la prueba de la música como importancia para seguir diciendo. Porque si no los ojos: sí los versos, el rasgueo, las canciones. Francisco Bracamontes se gana la vida y vive porque la música es emoción y también un oficio de generosidad.
Volvamos a cantar. Volver para bailar.