José
Hernández Claire
Carlos
Sánchez
Habla
y los ojos se le agrandan. Gesticula. Agradece. Cuenta que la vida le regala
maravillas, una de ellas es esa conexión que le llega “Desde arriba”, porque
muchas veces está en el lugar indicado para hacer una fotografía. José
Hernández Claire visita Hermosillo, dentro del festival fotográfico Fotoseptiembre, para compartir su
exposición Fe, ritos y tradiciones de
Jalisco, en MUSAS. En el colofón de la charla dirá que está agradecido con
los organizadores de la exposición: con el Instituto Sonorense de Cultura, con el
coordinador de Artes Visuales Zacarías Paez y su asistente Claudia Díaz Symonds,
con el Sistema Nacional de Creadores de Artes del FONCA. Al final de la
conversación hará énfasis para que no se le olvide al reportero poner esos
datos, “Como un acto de justicia y gratitud”. Pero antes de esto, debajo del
cerro de la Cruz, en Villa de Seris, conversa respecto lo que mueve su trabajo
fotográfico, las obsesiones en los temas, su formación, la amistad emblemática
que tuvo con don Manuel Álvarez Bravo.
--¿Cómo fue su encuentro con el tema de
su exposición?
--El
género fotográfico que trabajo es el documental. Para mí la condición humana,
el entorno, la marginación y manifestaciones de toda índole: religiosas,
políticas, son importantes. Desde hace años he querido hacer un trabajo sobre
lo que es en Jalisco la fe.
Antes
de entrar en este tema yo estaba realizando un trabajo sobre la migración y me
encontré que con los migrantes, una de las características de sus celebraciones
tenían que ver con fiestas patronales, regresaban porque era la fiesta de su
pueblo, porque eran los quince años de la hija o que se iba a casar, y ese era
el pretexto de retorno de los paisanos, de tal manera que a muchos de los
migrantes yo los había retratado en ese tipo de situación, y fue que se dio ese
eslabón y entonces dije: voy a continuar ahora con el tema que es muy fuerte
para todos esos paisanos que vienen y que van a los centros ceremoniales. En
Jalisco hay tres muy fuertes, uno es Talpa de Allende, donde está la virgen de
Talpa, otro es San Juan de los Lagos, y
la Basílica de Zapopan. A estos les llaman Las tres comadres, porque
físicamente, la estructura de la imagen, están hechas a base de caña, de maíz,
miden lo mismo, son similares vestimentas. Esos tres lugares convocan a
millares de peregrinos en el año. Y puedo hablar de otros lugares como Temastian
en Los altos, pero Jalisco tiene una tradición muy fuerte, por eso me pareció
interesante retratar esa fe, el sincretismo nacional que tenemos, ese ha sido
el enfoque.
--¿Pudiera contarme la anécdota de esa
foto que tanto le gusta y está dentro de esta exposición?
--Me
es difícil decir me quedo con una foto, pero si puedo decirle cuáles todavía me
mueven, diría que es una que recientemente hice en Lagos de Moreno, y está aquí
expuesta, es esa donde traen al Cristo del calvario con motivo del CDL aniversario
de la Fundación de Lagos de Moreno, por primera vez al Teatro Rosas de Moreno,
y lo llevan del calvario, en peregrinación y entra un pequeño número de
seiscientas personas, que es la capacidad del teatro, el título de esta imagen
es Jesucristo super estrella, y
precisamente me recuerda aquella obra de teatro, la película, y es una estrella
dentro de ese teatro al que entra glorioso, triunfante. Esa imagen me mueve.
También hay otra que tomé en Teocaltiche, Jalisco, donde está la imagen de La Piedad,
el busto, dentro de una camioneta tipo Ram, la llevaban en una semana santa
para la peregrinación, como imagen del dolor, y se me hizo de lo más sub real
encontrar en ese entorno un busto enorme de La Piedad.
--Sus fotos son directas, no recorta,
¿por qué ahora que está tan de moda el fotoshop no manipula las imágenes?
--Me
considero en la fotografía, dentro de la corriente purista. Fui influido por el trabajo, cuando estudié y admiro
muchos esas obras, por Henri Cartier - Bresson, esta leyenda de la fotografía
francesa, tenía esta frase del momento decisivo que él acuñó, y en el cual una
de sus manifestaciones importantes era que una imagen no debiera ser cortada
jamás, ni un milímetro, porque se cortaba su forma, su geometría, o podría alterarse el contenido de la misma. En
esa corriente de purismo él exigía un rigor visual, yo siempre creí en eso, en
el rigor visual, no en la comodidad de un negativo en la ampliadora y tratar de
hacer la foto que no se hizo en el momento tal como sucedió. Esa ha sido mi disciplina
visual desde que inicié la fotografía. Cuando una imagen no tiene la fuerza es
por dos razones, los elementos que hacen la foto fuerte son la forma y el
contenido, si una fotografía tiene una buena forma pero un débil contenido, la
imagen no tendrá el impacto ni la fuerza, y viceversa, si una fotografía tienen
un buen contenido y una buena forma, sucede que la foto tampoco va a
trascender, esa es la simbiosis de la cual uno tiene que reconocer siempre al
momento de estar retratando, cualquier alteración a posteriori significa que
falló en alguno de los elementos.
--¿Qué le ocurre físicamente,
emocionalmente, cuando dispara la cámara?
--Mi
padre era cazador, él decía que cuando le tiraba a un venado, sentía cuando le
pegaba, sentía en el momento de apretar el gatillo, yo siento, y esa es una de
las cosas en la foto, que uno debe sentir eso a la hora de tomar una foto:
cuando creo haber dado en el blanco es porque sé que todo estaba como debió
haber sido en ese instante, en esa milésima de segundo.
--¿Qué su dejó la amistad con Manuel
Álvarez Bravo?
--Mi
encuentro con don Manuel fue trascendente. Yo estaba estudiando fotografía en
el Instituto Prat, haciendo paralelo estaba en una maestría en diseño urbano, y
empiezo a estudia foto porque no la sabía trabajar. Me tocó la suerte de tener
maestros que eran artistas de Nueva York, fotógrafos que conocían a los
artistas en esa época, vivos o no vivos, pero Nueva York era la meca de los
artistas en ese tiempo, cuando los maestros supieron que iba a venir Manuel
Álvarez Bravo, uno de ellos, a través de una ex alumna, hicieron una cena
privada y me invitaron, allí conocí a don Manuel, y fue clave, porque desde ese
día hasta su muerte, 2002, mantuve una mistad con don Manuel y aparte no sólo
la amistad, sino consejos y retroalimentación clave para mi desarrollo como
artista. Estuve en su estudio, vino en diferentes ocasiones a Guadalajara, me
obsequió una de sus famosas fotografías, La
buena fama durmiendo, entre otras cosas que tan generosamente compartió
conmigo, y sobre todo sus enseñanzas, fue fundamental.
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