Me revientan los ojos. Veo a lo lejos un disparo de humo que brota del vientre de la ciudad. Es la impotencia, la rabia, el cansancio de la raza. Tanta maroma cansa. Tanto ondear del sombrero del señor gobernador anunciando el progreso retrógrada. La voz que es el cuerpo atora la circulación a un costado del tianguis del Palo verde. Es la impotencia por la imposibilidad de avanzar hacia el trabajo, la escuela, los hogares. Es la manifestación.
Si todo lo hubieran dejado como estaba. Si la ambición de unas cuantas monedas más no fueran la fijación del gobernante, si el poder no tuviera como títere al político, la vida seguiría fluyendo. La ciudad seguiría su curso de robot apasionado. Tendríamos todos la máscara de ciudadano feliz. Y la palabra SUBA no significaría un cuento de terror. (carlos sánchez)
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