martes, 11 de junio de 2013

Tiempo de creación

Un evento en cuatro actos organizado por Instituto Sonorense de Cultura en el cual jóvenes internos del Centro Intermedio de ITAMA son los protagonistas




Carlos Sánchez

Primer acto: Un lobo feroz en ayuno. La caperucita roja en un parque urbano. Una abuelita que trepa un árbol. Un cazador que dispara por ser guapo.
Ocurre esto dentro de una cárcel donde habitan menores de edad. Ocurre esto con un solo actor: Fabián Garza.

La obra de teatro intitulada Cuentos revueltos para niños perversos elimina los límites, a partir de la imaginación, de las palabras, la perfecta actuación, y provoca aparte de la risa, la reflexión de espectadores: menores internos del Centro Intermedio del Instituto de Tratamiento y Aplicaciones de Medidas para Adolescentes (ITAMA).

Y si un día antes esta misma obra se presentó en el Teatro de la Ciudad de Casa de la Cultura de Sonora, y donde los espectadores abarrotaron las localidades, al otro día, en ITAMA, también ocurrió la magia.

Debajo de una malla, encima de un corredor, los muchachos, espectadores, participan en el desarrollo de la obra a propuesta del actor, y dan los pies para que las escenas se multipliquen, y son parte de la obra misma.

De pronto uno de los jóvenes sugiere con una frase el curso del monólogo, el nombre de los personajes, la evolución de la historia.

Hay el baile, la risa, la inteligencia. La deconstrucción de un clásico de la literatura que toma otros rumbos, otros escenarios. Aquí la habilidad del dramaturgo, y del actor, para tocar y provocar a los espectadores. Los aplausos son el refrendo de la calidad de este trabajo actoral que vino desde el Distrito Federal, a propuesta del programa cultural Alas y Raíces bajo la coordinación de Instituto Sonorense de Cultura y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA).

Segundo acto: Omar cuenta la historia de una noche de baile en la Exposición Ganadera. Desde su celda recrea la emoción que le provoca escuchar la Original Banda Limón.

Omar es interno del Centro Intermedio, coautor de Los días aquí, plaquette de narrativa publicado con textos de muchachos internos y resultado del Taller de escritura creativa auspiciado por Instituto Sonorense de Cultura, Alas y Raíces y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

En su narración cuenta Omar que es la segunda ocasión que vive la fiesta ganadera desde el interior de su celda, describe con palabras el olor a carne asada, palomitas. Cuenta la algarabía de los que allá disfrutan la música en vivo, apunta los gritos que escucha e incitan a la fiesta.

Luego Heriberto, otro de los coautores, describe a una mujer que tejía vestidos para muñecas. Esa mujer es Beatriz, “y es mi madre”, apunta el novel escritor.

Los aplausos son una consecuencia de la emoción. Y los emiten las autoridades presentes. 
Después la conversación de los espectadores con los alumnos del taller.

Tercer acto: La poesía toca la adolescencia. De viva voz se intercalan versos. Se dicen los motivos de la reclusión. Se auto analizan. Son los coautores del plaquette de poesía que por nombre lleva Mirando la calle, quienes ofrecen un recital a varias voces.

Mirando la calle es también la consecuencia de un taller de escritura impartido por el escritor Iván Camarena. También con la rúbrica de auspicio de Alas y Raíces.

Y si la poesía leída en soledad nos provoca emociones, escucharla desde esos muchachos que habitan una prisión hace que los presentes se pongan de pie. Y agradecen la valentía, la honestidad de los coautores.

Cuarto acto: Suena la música electrónica. Un puño de chavalos detrás de un cerebro, una computadora, son los internos del ITAMA quienes crean el ritmo, los sonidos.

Gilberto Orozco, el Mini, es el instructor quien en diversas sesiones capacitó a los jóvenes que ahora desarrollan la destreza en sus manos, sus oídos. Y comparten lo aprendido.

Vienen más aplausos, la celebración de esas capacidades en los chavos que purgan una condena, y quienes desde allí, adquieren herramientas para enfrentar la vida. Porque ya mañana el aire los convocará de nuevo al vuelo. Y al levantar el vuelo, sus alas tendrán la experiencia del arte, lo aprendido para edificar una mejor mirada, un óptimo pensamiento.




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