Cecilia Lugo, coreógrafa de Contempodanza
(Foto: Miguel Galaz)
Carlos Sánchez
Pregunté a Cecilia Lugo, coreógrafa de Contempodanza, si podríamos hacer fotos
en el ensayo general de la obra Azul como
una ojera de mujer. Respondió que prefería las fotos se hicieran en la
presentación de Un desierto para la danza, “Porque una función es irrepetible”,
argumentó. Precisamente sobre ese concepto, platícame más, le sugerí.
--El arte escénico responde al aquí y al ahora, sucede en
el momento, el momento nunca se repite, los bailarines nunca están igual,
cuando representan un trabajo escénico, por eso cada función es diferente. La
energía que se genera a la hora de estar frente al público es una energía
diferente a un ensayo. En un ensayo los bailarines lo pueden hacer muy bien,
pero falta esa tensión que te crea el público que te está viendo, la mirada de
tu cuerpo y la mirada hacia ti exige que tú hagas un esfuerzo muy grande para
que la mirada no te determine, y no quieras complacer la mirada tampoco, que
salgas a hacer un gran esfuerzo por vincularte contigo mismo y sacar lo mejor
de ti ene se espacio de verdad que tenemos al interior del ser.
Eso es el gran reto del creador escénico, del bailarín,
del ejecutante, no tanto del coreógrafo, él ya creó, ya hizo su dramaturgia, montó
los paso, ya hizo la obra, pero quien le da vida a esa obra es el intérprete,
él se vuelve la herramienta de la obra: él es la obra, si él lo hace mal, no
hay obra.
--La
importancia de la mirada es constante en tu propuesta, en tu explicación,
háblame
de tu definición de la mirada, lo que significa en ti.
--El arte, la escena, el foro, es un espacio ritual donde
se libran batallas enormes, por eso tiene tanto peso lo que sucede en escena,
sobre todo cuando está bien hecho, allí te transforma la vida, no sólo para el
que lo hace sino para el que lo ve. Esto en una mirada del arte como un
elemento transformador de tu vida, no del arte como entretenimiento o
pasatiempo, o como hobbie, que también tiene sus beneficios, por supuesto.
En el arte escénico yo siento que eso que decimos en
escena es muy importante, es sagrado, tiene qué ver con tu interior, con la
conexión con el universo, entiéndase esto como cada quién lo entienda pero es
inconmensurable, entonces lo que sucede en escena es tan serio, aunque
aparentemente sea algo ligero o frívolo, es tan serio que tiene qué ver una
conexión con otra dimensión, y desafortunadamente no siempre se logra. Cuando
más lo logras y además tienes un cuerpo entrenado y te sirve como herramienta
para decir esta parte poética, que en el arte creo yo, es fundamental, que el
espectador se sienta emocionado, conmocionado, transformado, por lo que el que
está en escena está diciendo. Me parece que esa es la misión fundamental del
arte escénico.
Ahora, esto no sucede si yo salgo a sonreirle al público,
me tengo que olvidar del público para hacer toda una cuestión alquímica, de
conexión, sabiendo que la mirada del público estará allí, y te condiciona, te
tira, te pone nervioso, te provoca y no te puedes olvidar de él.
--Hablas
de las batallas que uno tiene qué librar todos los días, ¿cuáles son esas tu
batallas?
--A nivel general mis batallas son encontrar siempre el
poder que tiene el sentido de la vida y poderlo traducir en cada acto que hago
desde que me levanto hasta que me duermo. Puesto en la mirada en mi trabajo de
danza, es llegar con el entusiasmo también puesto para que mis colaboradores,
mis compañeros, mis amigos, mis bailarines, se sientan conectados con esta
energía que yo traigo y que a su vez al sentirla ellos generen la suya,
entonces es un intercambio de energías y de entusiasmos por lo que nosotros
hacemos. Creo que lo más importante es encontrar el gozo a la vida, el gozo al
instante, el gozo del momento del aquí y del ahora que mucho se revela al momento
de bailar. Mi tarea y mi reto es involucrar al otro y entusiasmarlo tanto como
yo lo estoy del proceso creativo y cotidiano.
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