Enrique
Ramos presenta su más reciente producción literaria, este miércoles 25 de
septiembre a las 7:15 de la tarde en el Auditorio de la Escuela de Medicina de
Universidad de Sonora
Carlos Sánchez
De un tiempo a la fecha utiliza la pluma de manera
incesante. Tres ediciones en menos de tres años, y en ellas cuatro títulos,
porque el más reciente de sus libros ofrece dos historias, en lectura dual.
Enrique Ramos escribe desde la reflexión personal, no sin
antes ser dueño de un bagaje de lecturas excepcionales. En esta conversación
cita a sus escritores de cabecera, también aborda los motivos por los cuáles
bautiza con sus respectivos nombres a sus libros.
--En
una sociedad recatada, podría ser un riesgo intitular un libro: Mi almorrana y yo, o bien el de tras Eros, ¿con esto cuál es el
objetivo?
--Llamar la atención. Los títulos son clave para un
libro, son el gancho, claro que pueden ser, en este caso, mal necesario, porque
el contenido a lo mejor adolece de profundidad y de muchas cosas, pero
independientemente de eso ya el lector dirá si el contenido vale la pena o no.
--Tú
qué opinas, ¿el contenido vale la pena?
--Claro, digo que sí porque es un intento por crear arte
narrativo, a pesar de los títulos, que también es una especie de desafío y de
parodia de la literatura en general, porque la pregunta es si es un tema para
tratarse literariamente. En la literatura caben todos los temas, y curiosamente
yo pensaba que el tema escatológico estaba poco tratado y resulta que no, desde
los clásicos antiguos, de Roma y Grecia, están tratados en El Satiricón, en el Decamerón,
en la edad Media, en la edad Antigua, en Inglaterra. En Los cuentos de Canterbury
hay una muchacha que enseña el trasero y hace que se lo bese un cuate que anda
detrás de ellas. Quevedo tiene un ensayo muy bonito, de cinco páginas, que se
llama Gracias y desgracias del ojo del
culo.
En el tiempo en que escribí Mi almorrana y yo, yo padecía de eso, y la escribí una buena parte
en convalecencia en una hamaca, en el campo, me saltó mucho en ese tiempo la
lectura de Platero y yo, que la
recupero, un libro que nos mostraban en la primaria, en los libros de texto,
todo mundo sabe de Platero y yo
aunque no todo mundo lo ha leí, y es un libro fregonsísimo, que se lleva a cabo
en el campo, con descripciones de paisajes, de animales. Entonces yo agarro el
formato, porque Platero y yo son
textos cortos, de media página, entonces Mi
almorrana y yo está diseñado de acuerdo a este libro.
--Son dos libros en una sola edición, se leen a la
inversa, ¿por qué?
--Cuando terminé Mi
almorrana y yo me quedó muy pequeño, y pensé en escribir otro, se me
ocurrió la idea de escribir tras Eros,
por la otra parte, y bueno tras Eros
está ligado con Mi almorrana y yo por
su cercanía física, pero tras Eros es
la historia de cómo la vida le fue presentando las experiencias sexuales a un
mexicano, norteño, de los sesenta, que es el caso de muchos que vivimos ese
tiempo. Yo no puedo escribir en la forma clásica de elaborar personajes y
tramas, a mí se me da escribir en primera persona, reflexiones personales, pero
no las presento como si fuera protagónico, de hecho allí discuto que ya hasta
el nombre es irrelevante, el personaje se llama Enrique Ramos, igual que yo,
pero no soy yo, aunque estén muchas anécdotas mías, no las presento como
protagonista sino como un caso. Allí incluyo las impresiones que tuve desde que
vi a la primer mujer desnuda, a los cinco o seis años, hasta que paso por
cuando vi a una mujer dándole de mamar a su niño, en la lucha, o cuando ya tuve
mis primeros contactos sexuales, con amigas o personas de la calle, la
iniciación terrible de una primera experiencia a propuesta del padre, con una
prostituta, forzados por la carrilla de no eres hombre, y eso realmente no se
lo deseo a nadie, no es lo mejor para vivir una sexualidad, la sexualidad es
una fuente de placer muy chingona como para estarla forzando.
--¿Qué
te deja la construcción de estos dos libros?
--He leído o escuchado
autores que dicen ‘este libro lo empecé hace veinticinco años’, ah,
cabrón, digo, cómo pueden hacerle para durar tanto tiempo. Pero bueno, hace
veinte años recibí un libro de Umberto Eco, que se llama Obra abierta, en ese libro, que es ensayo sobre estética, Eco se
refiere a Mallarme, este poeta francés, que él dice que estaba escribiendo un
libro que se iba a llamar Libro, y que era su obra total, el libro perfecto que
él buscaba escribir, y nunca lo escribió, pero lo describe y dice que es un
libro sin principio ni fin, con muchas ambigüedades, que es se puede leer en
cualquier parte y en cualquier orden, y tiene sentido. Yo me quedé con esa
idea, y cuando se vino este libro me dije haré el intento de un libro que se
pueda leer así.
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