Fausto Ibarra, In memoriam, dieciséis años de
fotografía
Carlos Sánchez
La fotografía trasciende el instante del
disparo. La amistad la enaltece. Y es un venero a la memoria de quien se dedicó
al oficio de retratar el día y sus circunstancias.
En el Kiosco del Arte, el miércoles
veinticinco de septiembre por la noche, la reunión fue de amigos, y de
adoradores de la fotografía. Allí para recordar y analizar las propuestas de
Fausto Ibarra (QEPD), quien ejerciera su oficio de reportero gráfico para el
periódico El Imparcial.
Entrañable amigo, comprometido fotógrafo. Sus
amigos para organizar esta exposición que se intitula Fausto Ibarra In
Memoriam, dieciséis años de Fotografía, y se realiza en el marco de Fotoseptiembre,
organizado desde Instituto Sonorense de Cultura.
Los amigos, entre ellos Alonso Castillo,
Alejandro Gutiérrez, Claudia Miranda, Julia Astrid Enríquez, son algunos de los
responsables de que esta exposición ocurra. Aquí una conversación con Julia
Astrid, compañera de tránsito por la ciudad, en la búsqueda de fotos al lado de
Fausto, cuando ambos se dedicaban a fotografiar la realidad para medios
impresos.
--¿Julia, cuál es la
importancia del trabajo de Fausto?
--Su trabajo es muy variado, ya que cubrió
varias fuentes de información. En esta exposición en su honor encontramos mucho
trabajo de la frontera, ya que estuvo asignado a Nogales por cuatro años, aquí
los instantes de motines, cateos, migrantes, que Fausto pudo captar. También hizo
muchas coberturas relacionadas con la guardería ABC, viajó a Sacramento cuando
se llevaron al hospital Schriners a los niños con quemaduras. Hizo un amplio
trabajo para la sección Espectáculos de El Imparcial, así como de deportes.
Era un fotógrafo muy versátil al que le
confiaban las coberturas más importantes del medio en el que trabajaba. Sumaba
técnica y sensibilidad en sus fotos, es algo que se percibe al ver sus
imágenes.
--¿Cuándo conversaban,
qué decía respecto de la fotografía, su trabajo?
--A él le gustaba mucho lo que hacía, había coberturas muy difíciles
pero entendía su trabajo como algo que le apasionaba, no lo escuché quejarse,
aunque a veces el trabajo era muy duro, sin horario fijo, con coberturas
foráneas, nunca se quedaba quieto. Pero eso le gustaba a él, la posibilidad de
conocer cosas nuevas. Conoció y disfrutó su trabajo, nunca decía que no.
--¿Qué foto es la que
más te impresiona o gusta de Fausto?
--Hay una de un motín en el Cereso de Nogales
donde hay varios internos con palos en la mano enfrentándose a la policía.
Ellos a su vez les están disparando. Me impresiona mucho esa foto porque no se
movió del lugar, estaba casi en medio de lo que estaba sucediendo, se percibe
en la foto. Esa foto dice mucho de la entrega que tenía por su trabajo.
--¿Cómo fue el proceso
de selección de su obra para esta exposición?
Su esposa Claudia Miranda y el fotógrafo Alonso
Castillo se encargaron de buscar en el archivo personal de Fausto. Él tenía
todo su material bien ordenado y clasificado por fecha en discos y carpetas en
su computadora. Fue un trabajo que llevó meses de revisión.
--¿Por qué se mueren
las buenas personas?
Fausto era único por su calidad humana. Un
excelente amigo con el que siempre podías contar, como decía él sus amigos eran
perfectos. Estaba siempre dispuesto a hacer un favor, evitaba la confrontación.
Es un tipo de persona que es difícil de encontrar, por eso se le extraña tanto.
Llevó su enfermedad con valor y eso es de lo que más admiro de él, que eso
nunca lo detuvo para hacer su trabajo, incluso hasta la última vez que lo vi
nunca se quejó, al contrario, siempre pensó positivo, era muy fuerte y te
transmitía esa fuerza.
--¿Qué foto le hubieras
tomado que no le tomaste a Fausto?
--Afortunadamente tengo muchas fotos para recordarlo
como era, en la convivencia con los amigos, ameno, y siempre con una sonrisa.
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