sábado, 17 de noviembre de 2007

Parir a los quince

El cuerpo en plenitud. La energía necesaria para devorar a un dragón. Engulléndolo todo. Hasta formar la vida.
La conocí en ese tiempo, cuando el cabello era un rebozo cubriendo sus pezones. Se los tallaba porque eran un volcán en erupción. Se los frotaba con la punta de los dedos. Era el placer, el dolor, el espanto de ver cómo su cuerpo se hinchaba.
Pude verla desde adentro. Tenía ojos sin ojos y es la luz más clara. Certera. Luego vinieron los días de golpearse contra las piedras del cerro. Porque se trepaba a encontrar la vida en diversión. Y eran mis manos el parloteo dentro de un charco aturdido por una piedra impactándose.
Lo hicieron una mañana dentro de la casa, en el suelo, sobre una cobija. Apenas quince años en ella, diecinueve en él.
Quise sin saberlo abrazarme a sus piernas, detenerla. No me lo inventó la sociedad ni lo vi en un libro de texto. Es el amor lo que la inercia de la emoción reclama desde el cuerpo que nos inventó.
Echarme un clavado a esto es la imprudencia que soy, decirlo tal vez porque era necesario y someterme a esta radiografía del alma como cumplimiento de la palabra que se dibujó un día de visitar a las amigas en el encierro. Escribo para enseñarme un tanto lo que tengo de yagas en el intestino que es un corazón putrefacto.
Digo lo que me forma por ese grito de parto a los quince. ¿Y qué hacer con la ignorancia emocional, con la incapacidad de valorar la boca de ese pez que nació entre el río de tus piernas?
Vi cómo sus uñas enterrándose en la espalda fue la consecuencia de mi nombre. Y ya mis ojos encontrando la soledad entera.
Desde entonces en medio de la fiesta estoy solo de nuevo. Se apaga la alegría siempre.
A veces cuando voy allá, con ella, ellas, y su voz es alegre, sus palabras construyendo la ironía, me aviso de lo poquito que soy, que he sido. Y me lleno de fuerza los pasos de regreso a la libertad que es una falacia. Sólo el cuerpo queda fuera, la memoria continúa siendo un eco de voces niñas que usan converse verdes y regalan en un marlboro todo lo que tienen.
Este es un parir a los quince. Gracias debo decir por este parto que a veces es cada siete, o catorce, y encontrarnos en el silencio más que en las palabras. (c.s.)

5 comentarios:

Socorro González B. dijo...

qué ondas? tengo una sobrina de quince años embarazada, está bien chingón este texto. se lo voy a mandar a mi hermana para que comprenda a la chamaca y a la chamaca para que se comprenda

Carlos Sánchez dijo...

chilo, soco. escribir sin tener respuesta es entrar en un hueco interminable. chilo por echarle tierra a ese hueco. y ganas de escribir. el carlos sánchez, dice.

Unknown dijo...

Me encanta como escribes, independentemente de cual sea el tema, el punto, el encuentro, ...son tus palabras las que me llenan, leer tus letras es lo que me vive.... aprecio tu ser, beso tu alma.

Unknown dijo...

Me encanta como escribes, independentemente de cual sea el tema, el punto, el encuentro, ...son tus palabras las que me llenan, leer tus letras es lo que me vive.... aprecio tu ser, beso tu alma.

Pablo Aldaco dijo...

El cronista de la breve palabra, concisa. SALUDOS