sábado, 28 de febrero de 2009

La invención enemiga de Malú Huacuja del Toro



Malú Huacuja del Toro, prolífica escritora que en sus manos el filo de la mezquindad de otros escritores, teatreros (teatreras), le ha provocado heridas.
Hace unos años emigró hacia otro país, después de una serie de infamias en contra de su obra y su persona. Como lector conozco sus Crónicas anticonceptivas, y puedo desde el día de mis ojos en el contenido de esas historias, admirar la calidad de redacción, construcción y congruencia de la autora.
Desde ese día que cayó en mi vida el libro publicado por ediciones de El Financiero, y que atinadamente adquirí en la Feria del Libro de Palacio de Minería en 2007, la esperanza me atrapó (ante la proliferación de redactores, impostores, que se autonombran escritores) supe entonces que no todo está perdido, que hay seres como Malú que defenderán hasta con los dientes la pasión por la escritura, y saldrá a la vida a decir esta boca es mía. Lo hace desde su pluma y no teme a las figuras de escaparate que monopolizan, transan, discriminan y hurtan con cuello banco lo que a otros le pertenecen teniendo como comparsa a “los intelectuales” panegíricos de los enquistados en poder político, y demás.
El jueves 26 de febrero se publicó una entrevista en la sección cultura de El Financiero con Malú Huacuja del Toro; tuvo a bien enviarme el texto la escritora, con unas líneas de preámbulo-aclaratorias. La publico ahora, y al final de ésta, el comentario de un lector, respecto de la entrevista. Vale:


Queridas amigas y amigos:

¿Yo, “polémica e impulsiva”? Seguramente Enrique Krauze no es nada impulsivo.

De todas formas aquí lo reenvío, aunque por causas de fuerza mayor (dicen) le cortaron toda pregunta y, en consecuencia, no se entiende a qué estoy reaccionando “impulsivamente”, dizque contradiciéndome a mí e, incluso, al maestro González Rojo (no respondiendo a la holgazanería de quien no leyó el libro —como realmente ocurrió—, sino al texto de González Rojo, como jamás sucedió), y les pido que, si les es posible y tienen hambre, se coman una enchilada verde o un taco de carnitas con limoncito en mi honor, no por otra razón sino porque aquí no hay. Y porque, claro, la comida mexicana a mí sí me gusta. El libro de Como agua..., no.

Muchos besos hambrientos, que no necesariamente impulsivos.

Malú.

La invención enemiga de Malú Huacuja del Toro

por: Rafaela Canarias


"En mi libro todo parece obra del Demonio, que es el enemigo".


Malú Huacuja del Toro.


La invención del enemigo es la nueva novela de Malú Huacuja del Toro (Ciudad de México, 1961), editada un poco antes de que acabara 2008 por Plaza y Valdés. La autora, apunta el poeta Enrique González Rojo en la contraportada, "ha encontrado su tema en la literatura de espionaje durante la Guerra Fría".

Siempre polémica, siempre impulsiva, la narradora envía, desde Nueva York -donde radica-, unas palabras para darle forma a esta entrevista.

"Como su título lo indica", señala Malú Huacuja del Toro para desmentir, de paso, a González Rojo, "mi novela no es sobre la Guerra Fría ni sobre las pugnas entre escritores, sino sobre la invención del enemigo y su consecuente reescritura de la historia. En Nueva York, después de la caída del Muro de Berlín, un desvalido Iván Chernov, ex escritor de novelas de espionaje, se enamora de quien fuera su enemigo durante años. No les voy a decir quién es, porque es una falta de respeto a quien quiera leer la novela. Pero sí les adelanto que, como en los viejos tiempos, la gente se avienta por los balcones en circunstancias inexplicables y ocurren linchamientos ideológicos. En el libro todo parece obra del Demonio. El Demonio es el enemigo. Al joven socarrón Ted Miller, detective (¿privado?) de izquierda (según reza en su tarjeta de presentación), le corresponde desentrañar este misterio".

Malú Huacuja ha intervenido en continuas algarabías discursivas contra los plagios literarios, de los que ha sido, afirma, un blanco sucesivo. Por eso, asegura que las peleas entre escritores parecieran incluso normales: "En eso se pasaron la segunda mitad del siglo XX desde autores de la talla de Jean-Paul Sartre y Malraux hasta Octavio Paz, un poeta que parecería que en 1968 renunció a su puesto de embajador de México en la India... para convertirse en embajador del gobierno de Estados Unidos en México, ¿qué no? -cuestiona-. Y, en México, pasando por Enrique Krauze, quien virtualmente asesinó a don Gregorio Selzer. El de Gregorio Selzer es uno de los suicidios en los que está inspirada esta novela, y es un respetuoso recordatorio de lo que Enrique Krauze fue capaz. Los escritores se mataban, intelectualmente, sobre todo; pero casi también físicamente. No sé si estos enfrentamientos son o no idiotas, asunto del que no quiero inmiscuirme. Es como discutir no si tienen razón los árabes o los judíos sino si es o no idiota la razón de los bombardeos en Gaza. ¿Qué relevancia tiene que lo sea o no? Lo importante es la gente que está sufriendo y la imposibilidad de la paz."

Esta nueva novela, apunta su autora, "se empezó a forjar cuando llegué aquí a vivir a Estados Unidos y vi que la fecha del Día del Trabajo había sido cambiada por motivos políticos; que la historia entera de esclavitud del país se escondía, y que la democracia que Octavio Paz defendió con creces era una sociedad de castas donde ni él ni Enrique Krauze habrían tenido derecho al voto si hubieran nacido aquí, pues por el hecho de ser mexicanos no les habrían dado más que una ciudadanía de segunda clase y no les habrían permitido dirigir más que un restaurante de comida mexicana. Las únicas publicaciones que les habrían permitido editar habrían sido las del menú. ¿Por tontos? No, por no querer observar. Con tal de hacer propaganda política, El laberinto de la soledad está inundado de mentiras sobre Estados Unidos, de la misma manera que Paz miente sobre la India. Tengo aquí amigos hindúes a los que les platico lo que dice Octavio Paz de su religión y se mueren de la risa... Pero también de la indignación, de que sea un Premio Nobel quien lo dice".

Por eso la novelista transcurre su vida apacible fuera de las fronteras mexicanas. Hubo un momento en que, presionada por sus decires, y por lo que éstos le acarreaban, ya no pudo más, y decidió voluntariamente exiliarse en Estados Unidos, donde ya ha montado en el Gene Frankel Theater, en 2004, una pieza dramatúrgica. Muchos escritores de novelas de espionaje fueron espías, dice Malú Huacuja, "el propio John Le Carré trabajaba antes para el servicio secreto. Y ahora, como acabamos de leer en la prensa, Milan Kundera también fue delator. Cuando yo escribí la novela no se sabía esto de Kundera. Pero los conozco, y en Estados Unidos se sabía que a Kundera le pagaba la CIA".

"Tú eras el libro que ibas leyendo -escribe Malú Huacuja en las primeras líneas de su nueva novela-. Como ser mitológico, tú y el libro eran uno solo, mitad hombre o mujer y mitad empastado, montada o montado en el lomo de las páginas del diablo o de dios, cabalgando y disfrutando orgasmos religiosos. Pero, a diferencia de las imágenes antropoequinas, tú no eras el jinete del caballo. Era el libro lo que domaba a tu mente: esa bestiezuela salvaje que no sabía distinguir entre auras y cuernos. Así era en aquellos años. No se podía abrir un volumen sin estar instantáneamente de acuerdo con el autor, como si de sexo inseguro, infeccioso y mortal debiera tratarse el acto de leer."

Como en toda su obra, tanto fílmica como teatral, radiofónica o de cabaret, Malú Huacuja del Toro no deja de mirar las crueldades por las que se asoma el humano debido a los quehaceres de la política. En La invención del enemigo, según Enrique González Rojo, la autora "nos conduce a la reflexión de lo que somos los humanos en general y de cómo nos comportamos en ciertas coyunturas, como la de la época de la bipolaridad política mundial, en que afloran la tragedia y la comicidad de nuestros actos". Y ésa es, tal vez, la justa expresión de los escritos de Malú Huacuja: comicidad, pues en ellos se ven reflejados los típicos comportamientos de las personas que siempre parecen estar simulando ser lo que justamente nunca serán.



Nota: el siguiente texto, publicado en un recuadro del 26 de febrero en El Financiero, en el que opinan que les he sacado “demasiado punta a los plagios” fue consecuencia de que me preguntaron: “¿Y sí es cierto que a usted la plagiaron? Hay quienes lo dudan”. Pero borraron la pregunta (¿por qué será?) y pusieron su opinión.

PLAGIOS

(RC)

Jueves, 26 de febrero de 2009

Y escribanos.

Y, de nuevo, aborda los problemas de los plagios, un tema del que le ha sacado demasiada punta la autora. Quizás algunos se resistan a creer que Malú Huacuja del Toro es sucesivamente plagiada, incluso hace poco se decía que en una obra teatral de Jesusa Rodríguez otra vez esta dramaturga y actriz había tomado palabras de Malú (antigua guionista de Jesusa por varios años) sin otorgarle por supuesto crédito alguno.

A esto, la novelista responde que es natural que cierta gente se resista a creer que ella es continuamente plagiada... ¡si "los y las empleadas de la propia editorial Alfaguara" también lo creen!

"Y, vaya, hasta una señorita de la editorial Grijalbo, que ya no trabaja ahí, y que me contaba que en Grijalbo, no bajo la actual dirección, sino justo poco antes del cambio de dirección de Grijalbo a Océano, se les entregó mi manuscrito de Un Dios para Cordelia y que había un ghost-writer al que se le encargó plagiarse mi novela para escribir la de Laura Esquivel, que porque ella ni siquiera escribe sola lo que publica, pero que era un ghost writer 'medio pendejo' y que no le entendió bien a Un Dios para Cordelia [novela editada en 1995 por Malú Huacuja bajo el sello de Océano], y que por eso salió así la de La ley del amor. A decir de la ex empleada de esta editorial, le costaba trabajo creerlo, porque no podía imaginar que la gente fuera tan malvada. Yo, menos. Como siempre he dicho, por lo que yo critiqué públicamente a la empresaria Esquivel es por lo que me consta que hizo, no de lo que no la vi hacer. No la vi sentada copiándome mi manuscrito, ni a ella ni a su escribano. Me consta que me levantó infundios con otros artistas, lo cual dañó mi carrera; me consta que ofreció sobornos, que amenazó a las personas con las que yo trabajaba y que impulsó el acoso laboral. Los sobornos siguen estando a la vista: hace poco me regalaron por error, en serio, un disco que no había visto, que se llama Mexican Divas, por cuya producción Liliana Felipe da las gracias 'a New York y a Laura Esquivel'. Los cinco años de trabajo con Liliana para ella no significaron nada porque, como todo el mundo sabe, mi trabajo como guionista y mi amistad bien valen un disco apantalla gringos y la amistad con una empresaria millonaria, que no artista. Y sí es cierto, ¿verdad?, ja, ja. Además, lamento es que nos hayamos olvidado de la palabra escribano y tengamos que recurrir al término en inglés de ghost writer, acaso sólo porque la confeccionadora de productos librescos o sus promotores no se sabían la traducción."

Malú:
El asunto este de La invención enemiga de Malú Huacuja, está un poco enredado. ¿De veras tú desmientes a Enrique González Rojo? ¿Él dice lo que dicen que tú dices sobre él? Bueno, tal vez se deba a que no he leído tu nuevo libro, ya me explicarás mejor este entuerto. Sí creo haber percibido algo de mala leche en el texto o entrevista. Frases como esta: “Hubo un momento en que, presionada por sus decires, y por lo que éstos le acarreaban, ya no pudo más, y decidió voluntariamente exiliarse en Estados Unidos”, son cuando menos raras. ¿Qué quiere decir con presionada con sus decires? ¿Acaso se refiere a que tus críticas al sistema, el Fonca, la cultura, la literatura mexicana o etcétera eran verdaderas denuncias que ponían en riesgo tu vida? ¿O tal vez que tus decires eran fallidos y tú misma entonces decidiste voluntariamente exiliarte en Estados Unidos? ¿Qué es lo que” tus decires” te acarreaban? ¿Por qué no decir simplemente lo que denunciabas en su momento -y ahora-, a cerca de la Poniatowska y la Jesusa, o sobre el poder y el cuatachismo que ejercen las mafias literarias para repartirse el pastel, como tantas veces lo has expresado? ¿Es de veras el exilio algo voluntario? ¿No será que ni siquiera se imaginan el exilio, que desconocen lo doloroso que es dejar el país de uno porque se le cierra (o de plano le cierran a uno intencionalmente) el horizonte? Conceptos como éste del exilio para mí siempre han denotado una falta de comprensión del emigrante y su mundo; la manera zalamera como se maneja este asunto es francamente espeluznante. En fin.
V.M.

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