Después de jugar una cáscara de futbol de dos horas y media, el sábado por la tarde, conversamos en el jardín a un lado de la cancha. Los presos y yo que les acompaño, supimos ese día que un balón puede sacarnos de la malía. Después de batallar y batallar para conseguir la pelota, nos pusimos a patear. Cayeron muchos goles y gotas de sudor. En esas dos horas y media más que euforía, alegría, rabia y pasión detrás de una bola, supiumos tambien que son dos horas y media menos de sentencia...
1 comentario:
Y cuando ese tipo de magia ocurre, ES LO UNICO QUE IMPORTA EN LA VIDA, MUNDO Y UNIVERSO.
Saludos afectuosos
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