jueves, 11 de agosto de 2011

Poesía también del cielo


Carlos Sánchez
Tronó el cielo. Se dijo poesía. Vino la lluvia y después en calma el camino se dibujó otra vez al paso de cananenses.
Congregó el vate, a quien por nombre le dicen Omar Gámez Navo. Y la sala de la biblioteca Buenavista del Cobre, se atiborró de oídos prestos para con los versos.
Josefa Isabel Rojas Molina ama a la poesía, y la propaga. Coordina desde hace muchos años, lecturas y talleres, presentaciones de libros. Siempre con la pupila como un tributo a la palabra.
Y el vate al que le llaman Navo, entonces llegó para decir lo que en su pecho se hospeda como equipaje, y estuvo para compartir los versos, decir por ejemplo: Ese día te moriste / como si no estuviera tan solo / ya Navobaxia no será igual / de tus tardes de café colado / las tortillas en la hornilla / en la sombra del chalatón / y el yucateco / sin el dame un peso / dame un beso / y los sobrinos se quedan huérfanos de tus historias…
El poeta blandiendo la palabra, los presentes receptivos y regresando palabras como respuesta al sentimiento.
Muchas abuelas se apersonaron en la memoria, porque Mamachula, el poemario presentado (ediciones Lengua de Camaleón, Universidad de Sonora), trae a cuento la historia de la abuela siempre eterna.
Qué mejor escenario pudo disponer a vida que una tarde-noche llena de lluvia y poesía. Por eso Cananea es especial en el mapa de Sonora, porque se tiende sobre la sierra y es un colchón para la palabra, la naturaleza para otorgar sus dosis de complicidad.
Dijo el Navo, como respuesta a lo que inquirió una señora también amante de la poesía, que Mamachula es de todos, para todos, es decir: las abuelas de todos dentro de un poema.
Hubo en la presentación docentes que secuestraron el poemario y advirtieron compartirlo para con sus alumnos. Al vate una sonrisa le atravesó los labios.
Fue viernes y hubo palabras. Los libros hacia los bolsillos de los presentes, quienes aprovecharon la estadía del poeta para rubricar la primera hoja con un souvenir de letras de molde.
Cananea otra vez un disparo de gratitud hacia el cielo, desde el cielo la lluvia para aderezar los versos. Volverá el poeta a Cananea. Así sea.

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