miércoles, 21 de septiembre de 2011

Pedro Galindo y Rodríguez

Carlos Sánchez

El balón no deja de rodar. Antes de ponerse el sol, como es costumbre, los niños de la Hacienda de la flor construyen sus mejores jugadas. Y solo ponen el cerrojo a la diversión cuando la oscuridad obliga.
Hoy es una tarde distinta. El campo se reduce porque una parte, exactamente frente al rótulo del nombre de la cancha, ahora las sillas aguardan a quienes conocieron al pionero del futbol en Hermosillo: Pedro Galindo y Rodríguez. Y vienen éstos, futbolistas de diversas generaciones, a otorgarle el último adiós al maestro Galindo y Rodríguez.
Comentan los niños, mientras el balón abandona la cancha y el más liviano de todos se tiende sobre su recuperación, hacia la calle, que don Pedrín falleció el lunes por la noche, que una ambulancia vino una vez, y luego otra vez, hasta que dijeron que ya había fallecido. Eso dicen los niños mientras ya de nuevo se tienden como hormigas sobre el balón.
En la cancha la tierra es roja, su firmeza obedece a la petición que hiciera el maestro Pedro Galindo ante las autoridades para que el campo mejorara sus condiciones.
Por esta misma tierra desfilan ahora los futbolistas, veteranos, jóvenes, ex futbolistas, incluso, comentaristas deportivos. Desfilan en una peregrinación para la cita con lo que será el último adiós, aunque poco después Martín Acuña, el Jícamas, tomará el micrófono para decir que dentro de poco allá hacia adonde Pedrín se dirige, armarán un nuevo equipo. Ante esta consigna se escucha en campo abierto un aplauso que parece interminable.
Y se eriza la piel porque con el tronido de palmas la memoria recorre el camino hacia esas mañanas de domingo donde Pedrín echaba de gritos a sus pupilos, y con euforia para dirigirlos hacia la victoria casi siempre.
Hoy, mientras los niños golpean el balón y levantan polvo, Pedro Galindo y Rodríguez está allí, dentro de una caja gris, y el padre Tomás Herrera levanta la voz para citar al poeta Antonio Machado (a quien tan bien interpreta Serrat), y recita de memoria el verso de Cuando un amigo se va, se queda algo en el alma.
Los habitantes del barrio se congregan, encima del campo, con la mirada hacia la caja gris, con los oídos entorno a la voz del presbítero. Callados todos ceden esos minutos de sus tiempos a la memoria del Pedrín.
Porque saben lo que hizo, y lo que su nombre significa, porque si esos niños que ahora patean el balón no claudican en el juego, es también la inercia, la pasión, la entereza con la que el maestro Pedro defendiera la existencia de ese juego de veintidós locos persiguiendo un balón.
Hubo un día, o muchos, que los nacidos en Sonora tildaron al maestro Pedro de Guachito loco. Porque con voz de profeta sentenció que el norte podría también ser protagonista, semillero, incluso, de jugadores de futbol. Y así lo hizo. No de barbas esos nombres sonorenses que ahora son historia desde la primera división: Francisco Ramírez; Aarón Gamal; Fernando Bernal, y muchos más que ahora militan en equipos de prestigio. Y los otros que también desde acá han tocado el balón en un partido de selección nacional.
El balón no deja de rodar. Y cae la tarde mientras una carroza dirige de nuevo el cuerpo de Pedrín hacia su última morada, hacia esa casa donde tuvo su último aliento, la casa marcada con el número cincuentaicinco en la calle Hermenegildo Peña Valencia, en pleno corazón de la Hacienda de la flor.
Hoy que la semana se parte, parte también el precursor del futbol en Hermosillo. Mañana vendrán las cenizas, sus hijos esparcirán sobre la tierra de la cancha los restos de Pedrín, que al fin de cuentas sólo son sumas, y a favor.
El balón no deja de rodar.

1 comentario:

pattricia dijo...

Pues yo solo lo conocí en foto, mala comunicación entre los hermanos provocan todo esto, y es que apenas mi papá (abuelito) Meliton Galindo Rodriguez y nosotros nos enteramos que mi tío pedro Galindo Rodriguez falleció... Sin duda mi papa siempre nos platico sobre mi tío y tiene fotos en donde aparecen juntos AQUÍ en el D.F. cuando el venia de visita... sin embargo las enfermedades y la vejez se apoderaron de mi papa que sin duda se quedo con ganas de volver a ver al único hermano varón que le quedaba... descansa en paz Pedro Galindo Rodriguez, hombre que le dio tantos triunfos y tanta felicidad al fútbol Sonorense.