jueves, 29 de agosto de 2013

Más amaneceres: el cine como pasión, impulso, instinto


Escena de Más amaneceres 

Carlos Sánchez

Las locaciones son fundamentales. Tienen la textura perfecta para provocar la catarsis al momento de la contemplación. Allí mismo la fotografía, los personajes, la mar, el viento, la resistencia de quienes viven como inercia de seguir siendo.

Esto ocurre en Más amaneceres, la cinta dirigida por Jorge Leyva, producida por Lilia Velazco, en la cual actúan actores nóveles, actores consagrados. Todas las voces dispuestas a prestar el cuerpo. Y construir.

Si bien esta película narra como punto toral la desgracia a partir de las circunstancias, la marginación, los avatares de las personas que luchan a diario para seguir viviendo, esta misma cinta es más que una o dos o tres historias. Es, digamos, la sugerencia de la vida de esas familias que nacen para perder. Y asumen las consecuencias como algo establecido, nada es sorpresa, porque la pobreza es, más que una marca, el sino y a remar contra él, aunque siempre para llegar al mismo puerto: el de la desolación.

Más amaneceres tiene su historia. Y data de aquellos años en los que Jorge Leyva, el director, quiso ser actor, y le entró al escenario. En el camino está como parte fundamental Lilia Velazco, a quien desde temprana edad le sedujo el cine, el experimento con la cámara. 

Después en dúo para construir La Tuerca Films, casa productora, y desde allí las consecuencias de este primer largometraje que fue merecedor de mención honorífica a mejor ópera prima en el Festival de Cine de Guanajuato 2013.

La pasión es un acto, instinto, impulso como cimiento para vivir ejerciendo lo que se ama. A los integrantes de La Tuerca Films, la pasión se les mira en las pupilas. Proyectan cine en las palabras, las gesticulaciones, la inquietud en sus manos al momento de conversar.

De ahí los antecedentes, aquí la realidad, el ahora, el producir con bajos recursos, el convocar a los involucrados en el cine en esta región del desierto que es Hermosillo, Sonora. Y traer también a los actores, buscarlos con la premisa de saber que tal vez nunca hayan participado ante una cámara, o ante un público, en ningún escenario.

Aquí brinca la historia de Eva, personaje principal de Más amaneceres, y aquí viene el recuento de cómo dieron con ella, cómo la invitaron a trabajar.

Ante la constante búsqueda, y el desatino, el infortunio, el no dar con una niña, adolescente que cumpliera el perfil, quiso la suerte un día que en la mirada de Lilia Velazco apareciera ella, la muchachita que caminaba por una de las calles de Bahía de Kino, Sonora, donde fue el rodaje, y Lilia para decir: Ella es Eva, allí va. Entonces abordarla, proponerle, explicarle. La niña después acompañada de su abuela y dispuesta a colaborar, a decir su parlamento ante una cámara, la que nunca antes ni por accidente había visto.

Así la enjundia, la pasión, la suerte. El deseo de avanzar y construir la historia, con un crew meramente sonorense. Con las locaciones que se tienen a la mano, con los recursos ídem, con el deseo firme de contar una historia desde aquí.

Más amaneceres de pronto y en el primer corte para obtener la coinversión de IMCINE, y entonces que se arma la grande, porque ya exigía más, porque ante el compromiso la inquietud de apostarle a más, porque esta elección ponía ya en el plano del Distrito Federal a los sonorenses, y tal vez las interrogantes de los otros estados del país: ¿Qué está ocurriendo en Sonora? ¿Qué hay una película que se proyecta en el Festival de Guanajuato?

Después, ya la hora de las proyecciones, en el estado de marras, la sorpresa de este filme para los espectadores, para los concursantes. Y la garra que puso en esta historia, para defenderla y exigir un premio para ella, María Rojo, como jurado conocedora del tema, actriz, seducida por Más amaneceres. Entonces que se presenta la mención honorífica y las oportunidades de proyección de la película se multiplican.

Jorge Leyva tuvo un sueño. Le ocurrió despierto, cuando tomó la cámara y empezó a retratar las locaciones de Más amaneceres. Hoy con los pies en la tierra, Lilia Velazco sabe que se puede cuando se quiere. Sonora tiene ya un pie dentro del cine nacional, porque nace con este filme la posibilidad de más miradas hacia acá.

Existe también lo otro, lo no menos importante, la inclusión dentro del equipo de filmación a las señoras pilares de las familias que habitan Bahía de Kino, las que fungieron como cocineras, con un sueldo nada oneroso, pero sí remunerable para las circunstancias y también el placer de contribuir con el arte, de saber que el fin de semana se podrá visitar el súper.

Bahía de Kino en el mapa nacional como un lugar precioso para filmar. Bahía de Kino la irritación en el vientre por esa película que incomoda, porque no denuncia pero cuenta lo que hay detrás, porque no señala pero advierte, porque no concluye pero deja abierta todas las posibilidades en las que puede desencadenar la historia de una familia envuelta en marginación.

Todo esto ocurre en Más amaneceres, como una bahía desgarrada y generosa, como una panga en la cual la vida puede diluirse tan fácil como la espuma que nace y desaparecer en la mar.



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