lunes, 6 de agosto de 2007

Agradecer

por carlos sánchez

Vivo con el sueldo de una beca. Cinco mil pesos mensuales que alcanzan para repartirlos en un par de días. Dicen que debo agradecer a la institución, con una leyenda al margen del libro si es que se concreta su publicación al final de mi trabajo de investigación.
Agradecer a Dios la vida, agradecer los madrazos de los padres, agradecer a la autoridad que te ordena darte vuelta en “u” porque está prohibido circular por el carril que llevas. Agradecer: reverencia a los que dictan el rumbo perverso de la vida desde nuestro nacimiento.
Dicen que los políticos están para servirnos, porque se llenan las bolsas de dineros de nuestros impuestos, por eso deben atender nuestras demandas. Dicen que la frase servidores públicos significa servir a la sociedad.
He visto infinidad de veces al miserable en la antesala de la muerte que es sinónimo de congreso del estado, del ejecutivo, de los hospitales, de las comandancias, los juzgados –dicen que los nombres de las instituciones deben de llevar mayúsculas, me pregunto porqué.
Los he visto doloridos del vientre, con la derrota en sus rostros, los he visto besando manos del señor diputado, licenciado.
Soy uno de ellos señores, cada mes esperando mi ración, la cifra en el cajero automático que proviene del erario, acatando la incongruencia de lo que estoy hecho. Pero no me gusta agradecer, no tengo capacidad para gritar mi gratitud a la autoridad cultural, estatal.
Dicen que los comunes y corrientes, como yo, debemos ceder la cera al del zapato brillando, saludar al señor de la corbata, adular la valentía del político que come mierda sin hacer gestos.
Dicen que debemos aplaudir la entereza del señor gobernador, ese que se anuncia en los medios hablando de valores, de justicia, de generación de empleos.
Ese mismo señor cuya soberbia que demuestra incluso en un calendario fotográfico con diversas posturas ególatras, ese que sólo es capaz de imprimir su firma en un cuaderno de exposición de arte plástica, por la incapacidad de verter un comentario respecto de las obras.
Agradecer la soberbia, aplaudirla, sí, cómo no, mi gober, lo que usted diga.
Tengo - tenemos- que vivir sin decir lo que sentimos, lo que pensamos, suplirlo por la gratitud es más conveniente, porque si gritamos lo que somos el riesgo de la marginación está a un paso de nuestro nombre. ¿Marginación, de qué? Más no se puede, sólo basta volver la mirada hacia esas colonias de la periferia, algunas veces incluso es cuestión de un paseo por el área del centro de la ciudad, allí atracito del cerro de la campana, allá en la Hacienda de la Flor, la Matanza, las Pilas.
Allí se sigue viviendo la violencia, la drogadicción, porque mientras las campañas de combate al narco se ejecutan y publicitan en los medios (que sólo sirven –servimos- para hacer eco a las victorias de los gobernantes) en el barrio el Canalla le metió un balazo en la cabeza a su primo. Lo hizo, sí, bajo los efectos de la droga. Lo hizo, sí, porque a él no le han dicho que el amor existe, que las oportunidades existen, que no son sólo anuncios políticos. El Canalla no se ha enterado que existe un sitio llamado escuela, porque creció a la brava, en el barrio, comiendo lo poco o nada que sus padres le pudieron dar.
Agradecer, decir que sí, recibir la despensa en época de campaña proselitista. Agradecer, decir que sí a la rebaja del impuesto en el predial, el convenio en el recibo del agua, el convenio en la reconexión de la luz previo compromiso de poner una mufa nueva. Agradecer. Debemos ser bondadosos, y rendir pleitesía al arzobispo que todos los domingos nos dice cómo comportarnos para tener mejor vida, más aceptación social, mayor oportunidades de alcanzar el cielo. Agradecer a los medios que todos los lunes, religiosamente, nos informa de qué humor amaneció su santidad la mañana anterior.
Agradecer la bondad de informar cómo tener recursos para llevar el pan a la casa del obrero, es imposible. Primero es el diezmo.
Agradecer, sí, que en este instante puedo escribir, porque tengo oxígeno en la sangre, el mismo que dentro de poco deberé agradecer en un desplegado, porque es gratuito y aún no repara en negociarlo nuestro querido dios el gobernador, quien últimamente ha manifestado su cariño por Carlos Slim: uno de los principales gestores de la miseria en este país. Agradecer.

3 comentarios:

Miriam García Aguirre dijo...

derecha la flecha

sonriyele a la camara...

benrru dijo...

yo solo se que no se nada.
cada ves que leo un escrito tuyo me inspira en yo seguir escribiendo. escribir todo lo que veo a mi alrededor todo lo que soy, mi dos caras. me ven alegre cuando en realidad estoy triste, ay muchas cosas que tengo que decir mas me las cayo, quizas para no sufrir mas.
yo solo se que no se nada.

Unknown dijo...

Pues si, no agradeces pero bien que te chutas la lana
Que fácil escribir sin dar el rostro, que facil tirarle a las instituciones cuando te aprovechas de las instancias y las "amigas" pa trascender a traves de tus "contactos" porque los viajecitos no te los estas pagando tu. Asi que dejate de andar con habladas si tu eres un huevon de marca que nunca se ha esforzado y cuando alguien te hecha la mano, si tiene vieja luego se la quieres tumbar y si no es la vieja es la lana. Yo creo que si deberias agradecer que no te hayan dado una madrina como la que te mereces vividor.