jueves, 26 de junio de 2008

El retablo del Conde Eros

Carlos Sánchez

Los escritores Eliseo Alberto e Inés Martínez de Castro recrean escenas vividas en el teatro París de La Habana.
En la presentación de la más reciente novela del escritor cubano (Eliseo), Ramona, personaje de la historia, cobra vida en la voz Inés, y es el vestuario, la actuación, la voz de ambos quienes remiten a los espectadores a esa cotidianeidad nocturna que fluye en el contenido de El retablo del Conde Eros.
En el Centro Delta, y en el marco de Charlas de Verano de El Imparcial, Juliancito Dalmau encuentra la muerte por intoxicación, es el actor Jorge Durazo quien da vida y de facto el deceso a ese protagonista de la novela de marras.
¿Qué es lo que hace que dos escritores se encuentren y de inmediato acuerden la dinámica entre ambos para convocar al espectador a la lectura de un libro? Peces en el agua, hablando con conocimiento de causa, con un dominio escénico y actoral de parte de Inés Martínez de Castro, con el atuendo preciso para matizar al personaje que es Ramona, con la experiencia necesaria para comunicarse con el autor de la novela y marcar la pauta para que éste intervenga y narre las anécdotas del contenido de su obra.
Implacable es la ansiedad por tener el libro en las manos, cuando se ha visto y disfrutado de manera directa a los personajes, escenas del ejemplar. La manera de ir narrando los motivos de la construcción, el amor por sus personajes de parte del autor, convence y convocan a los espectadores a buscar el libro para indagar en la vida de esos personajes de La Habana y su prostíbulo.
En su humildad, en la necesidad de otro trago de ron, de un Marlboro en los labios, en el inevitable dolor que también le causa el oficio, porque vive el sufrimiento de sus personajes, Eliseo Alberto ofrece en su mirada la añoranza, en su voz la dificultad de la respiración, en su rostro la pasión por las letras.
En una mesa de cantina ocurre la presentación, estrategia legítima y atinada para envolver al público en estas atmósferas de cabaret, de noches interminables, de personajes descarnados que habitan las páginas de El retablo del Conde Eros.
Noche de celebración por las letras, regalo invaluable para el escritor de origen cubano, agradecimiento para Inés Martínez de Castro cuyo bagaje le brinda la seguridad del tema que trata, las tablas para mostrarnos con su cuerpo y su voz la felicidad que le provee la lectura.
En el Centro Delta hubo también Zarzuela, en la voz y la guitarra de Juan Pablo Maldonado y Emanuel Mayoral.
Noche de letras y teatro, música y ambigú, noche de placer tocando el alma de quienes buscan el arte como refugio para el espíritu.

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