lunes, 9 de febrero de 2009

Paté de Fuá: nostalgia inteligente y música de corazón


Carlos Sánchez
Hermosillo, Sonora.- La plaza Alonso Vidal es un mar de concreto. Paté de Fuá una balsa en la que viaja el ritmo: lúdica propuesta de nostalgia y corazón.
Estos músicos con raíces argentinas, se presentan para cumplir el contrato con el Festival Alfonso Ortiz Tirado, y en ese tiempo nocturno de martes hay la urbanidad en las letras y un toque melancólico en la acordeón que suena como bandoneón.

El contexto es festivo; hay locales comerciales bajo estructuras metálicas y lonas que ofertan souvenirs hechos a mano, cóctel de elote, duros de harina, champurro de galleta.

En ese mar de concreto y desde esa balsa de ritmo lúdico nostálgico el vocalista y guitarra, Yayo González, narra en versos la historia de un trío amoroso entre un hombre, una mujer y un super mercado. En la calle donde el hombre vivió, en el hogar de la dama amada un Walmart se entromete en la relación.

Hay en la interpretación de esta canción un tono de aquellas canciones del cine de Chaplins. Hay sucediendo a esta historia, el drama de un tango sugerido al narrar la historia de don Serafín, ese músico perseverante que sólo cantó una canción en toda su vida.

La vigencia del vals interpretado por don Serafín encuentra el deceso ante la falta de respiración del músico. Morir juntos es sólo consecuencia.

Las historias fluyendo tienen vida y corazón, un viento apacible como música saliendo de la creación de Yayo González, el compositor, cantante, coordinador de los Patés.

Hay en esta banda la trompeta como un pincel adornando las estrofas. Llega indispensable y como remo en la balsa, el contrabajo. La nostalgia es de rigor si se habla de la acordeón haciendo bandoneón. Infaltable la batería para el estruendo paradójicamente apacible; son los timbales un gesto de caricias entre las notas. El timón radica en la guitarra y es la decisión de aferrarse en ella para llegar a buen puerto.

En Hermosillo, y como sub sede, hay un público que si bien no se puede catalogar de melómano, dice presente en estos conciertos que llegan como pausa y respiro para esas ráfagas constantes de música fútil que despliegan como consigna de no formar públicos, en las radios comerciales. Bendito FAOT.

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