martes, 10 de noviembre de 2009
al contado, lectura lúdica y personajes con necesidad del llanto
Navobaxia existe y significa, en lengua mayo, tuna lavada. El escritor sonorense, Omar Gámez Navo, desenfunda su oración para aclarar que ante el nombre de su pueblo, el pecho se yergue
Boletín ISC No. 335 / Noviembre 10 / 2009: Año de la lectura
Ante la presencia de su madre, doña Panchita Guirado, el escritor, quien radica en Chiapas, y a decir de otro escritor, Armando Vega-Gil, triunfó esa noche de lunes en el Foro de Culturas Populares, en el marco de la Feria del Libro de Hermosillo 2009.
Presentadores de ligas mayores tuvo el narrador, a quien sus camaradas nombran El Navo. Y cómo no, si en la mesa y para describir el contenido de la obra al contado, publicada bajo el sello de Editorial La Cábula, estuvieron los también escritores: Josefa Isabel Rojas Molina y Joel Verdugo. Poetisa la primera; investigador y maestro, el segundo.
En su intervención, Joel Verdugo, pudo compartir la crónica de esos días de andar al lado del Navo, en esta ciudad que es Hermosillo. Con su característico tono lúdico, el maestro universitario transportó a los asistentes a la calle Veracruz y Guadalupe Victoria, allá al interior de un apando donde vivía el Joel García, un camarada en común.
Y fue allí que surgieron los primeros textos, de manera oral, del autor de al contado, en esas charlas en cuyo desvelo desfilaban las caguamas, la gélida nostalgia para ablandar el corazón y decir el sentimiento.
La poetisa Josefa Isabel Rojas Molina, en su intervención y ante la sorpresa de un lleno definitivo de espectadores para el autor, se preguntó: ¿Qué nos dicen las crónicas de al contado? Instante posterior compartió su respuesta:
“Nos cuentan, característico de las crónicas, principalmente de lo que ya pasó, y también de lo que está pasando en algunos turbios escenarios llenos de cemento y droga, citadinos pues, o en otros lugares envueltos con el celofán coloreado, vistoso e ingenuo de la sensación campirana, casi paisajes bucólicos…
"Los lectores crédulos de al contado, no pueden, aunque lo intenten, condolerse de los personajes, (del personaje principal sobre todo, el que algunas veces es también narrador) porque los hombres y mujeres que aparecen en este camino narrado no se dejan. Sácate de aquí que no estoy muerto, nos dicen, vete, ¿qué no ves que no puedo llorar si me estás viendo?..”
Los personajes en esa necesidad de llanto, a decir de Josefa, y los asistentes en la presentación, ya en la lectura de textos en voz del autor, la carcajada inevitable. Porque al contado, no son sólo fotografías de la memoria de quien escribe, ni un pretexto para el reflector; al contado es un constante sonreír, porque la habilidad del constructor lo propone siempre
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