miércoles, 22 de septiembre de 2010

Antes de los filósofos existen los poetas


Juan José Macías

por Carlos Sánchez
Zacatecas.- En la cuarta de forros David Huerta, advierte: Al principio, una deriva doble: Antonio Porchia, Roberto Juarroz –el pensamiento y la poesía de ambos, en una vinculación inextricable. Frente a ellos, la reflexión, tenaz y luminosa, de otro poeta: Juan José Macías.
Juan José Macías es oriundo y radica en Zacatecas, poeta, editor, docente. Sobre La experiencia del pensar, libro ganador del Premio Nacional de Ensayo Abigael Bohórquez, el mismo autor nos revela los móviles de su existencia.
--¿Cómo se elige un título, como este, tan preciso para un libro?
--Creo que es como la poesía. Creo que incluso hasta los títulos te eligen a ti, no creo que exista en absoluto la inspiración, somos una especie de medio para que el lenguaje nos atraviese y se pueda manifestar. ¿Cómo llegan los títulos? Llegan igual, nunca sabes de qué manera, es una experiencia irrepetible e intransferible porque se agota y no se vuelve a repetir. Es, no sé si afortunado el título, y espero que no sea pedante el de La experiencia del pensar, porque estamos con este libro tratando de hablar un poco de la filosofía y la poesía, dos entidades irreconciliables hace mucho tiempo y que a partir tal vez de una lectura de Heidegger hacia los poetas, es que la filosofía y poesía se vuelven a reconciliar. Para Platón los poetas atentaban contra la razón, entonces los corre de la República porque siente que son un peligro y desde entonces se ha visto a los poetas como un peligro social, pero una visión totalmente diferente que tenía el filósofo, es que para Platón la poesía no se relacionaba en absoluto con la razón, vamos a decirlo de esa manera, creo que sí tiene razón en ese sentido, pero una visión que nos hizo ver el mundo muy diferente a como los poetas lo ven ahora, pero es la primera visión del mundo que tenemos en la historia de las ideas, es decir: antes de los filósofos existen los poetas, existe una explicación del mundo a través del mito, más tarde filosofía y poesía se van a unir en lo que conocemos como los presocráticos, que no son ni filósofos ni poetas, creo que con ambas cosas: filosofía y poesía, y se dan de manera natural y se conjuntan perfectamente. La filosofía empieza con Platón y ahí es donde se separa de la poesía, y tuvieron que pasar dos mil años para que la filosofía y poesía vuelvan a verse como hermanas, y que para mí nunca fueron enemigas, que sí quisieron verlas en un puente entre ellas. Se les puede apreciar en algunos poetas, como es el caso de Roberto Juarroz y Antonio Porchia.
--Y estos dos poetas son a quienes analizas en tu ensayo La experiencia del pensar. ¿Cómo y por qué elegir a estos escritores para ensayar su poesía?
-- Leí a Antonio Porchia hace alrededor de treinta años, y lo leí curiosamente en una antología de poetas surrealistas latinoamericanos, y lo que yo creí que era un poema era un discurso construido a catorce voces, así le llama Porchia a sus poemas, no le lama aforismos ni poemas, le llama voces, yo no sabía que ese poema estaba constituido por catorce voces, y me pareció que era un poema tan genial donde cada versos se cuidaba, realmente fue un poeta que me maravilló y no me pude acercar en ese momento a su obra porque me sentía que no estaba preparado para comprender su discurso, pero sí me llamó la atención en cierto momento, que fuera un poeta surrealista cuando no podía empatarlo con el discurso automático, y tampoco creacionista porque hasta Vicente Huidobro venía en ese libro.
A l ir después analizando ese contexto en que encajaba Antonio Porchia, me di cuenta que más que surrealista era un poeta que tenía más bien relación con los presocráticos, por sus brevedades poéticas, por sus destellos poéticos, y me parecía que en ese sentido era un poeta reflexivo, y el surrealismo es en absoluto reflexivo, sino al contrario, se trata más bien de liberar los sueños, de liberar el pensamiento y no reflexionar sino simplemente romper a hablar. Yo leí ese libro de poemas de Porchia, leo ahora alguno para que el lector sepa de lo que estoy hablando: Llevo mis manos vacías / por lo que hubo en mis manos… esa frase lleva ya una gran sabiduría. Y esta otra: Me hicieron de cien años / algunos minutos / que se quedaron conmigo / no cien años… esto es lo que estoy diciendo de Porchia, que basta solamente un momento. Este otro texto es hermoso, muy visual: Éramos yo y el mar / el mar estaba solo / y solo yo / uno de los dos faltaba.
Si te das cuenta aquí priva una poesía no de un juego de palabras, es una poesía de juego de pensamientos, y si uno los traslada a esa época que estamos hablando, que es de los presocráticos, podemos encontrar en Parménides, en Heráclito, imágenes muy fuertes.
--El ensayo es creatividad, el análisis requiere de esto, y al sumergirse en éstos autores, Porchia y Juarroz, te vas hacia otros poetas, otras historias.
--El ensayo como género literario es el más generoso de todos, el ensayo acepta discursos narrativos, poéticos, aparte de su propio discurso que es el ensayístico. Hay ensayos que son verdaderas novelas, vamos a decirlo de esa manera, y hay novelas incluso que toman el ensayo. El ensayo puede contener todos los discursos de todos los géneros: puede ser poético, anecdótico, narrativo. En el caso de mi libro sí hay mucho anecdótico, traté de hacer el ensayo en el sentido como si fuera una especie de novela, que no lo es en el sentido estricto, pero sí en sus modulaciones, en su manera, en su estructura traté de hacerlo como si estuviera escribiendo una novela: una historia de principio a fin y en sí contar la historia del encuentro de Antonio Porchia con Juarroz, un poco de las anécdotas de esos dos poetas.

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