viernes, 25 de abril de 2008

antes


por carlos sánchez

Te gustaba cantar en mi ventana. Llegabas con aliento a madrugada. Con ojos de horizonte.
Sabías mi piel de otoño. Nunca antes nada te incitaba la risa tanto. El movimiento de mis manos torpes. La angustia feliz prendida de mi rostro al mirar los cordones de tus tenis aflojándote los pies. Sabía que te acostarías en la alfombra. Inmóvil quedarías, con el mismo tono de respiración el resto del día, completando las horas de construcción en tu energía para las horas venideras.
Despertabas con el pelo siempre frágil cayéndote en los párpados. Disfrutaba el pez de tu boca con la ansiedad del agua, en la urgencia del cuerpo inmerso en la regadera.
Te vía escurriendo la casa que es mi cuarto donde te busco ahora al través de la misma ventana.

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