jueves, 1 de mayo de 2008

leve

Recorrer la cortina es encontrarme con ese papel estraza. Entender la precisión de tus palabras escritas con un lápiz delineador.
Amanezco con la modorra del desvelo, con la ausencia de tabaco, con dos monedas encima del buró. Atrapo el aire cayendo de las hojas de ese álamo donde solías orinar imitando a los hombres. Levantabas tu falda y con ambas manos forzabas la piel de la trompa. Salía un chorrillo directo hacia el tronco. Te divertía el reto que te inventabas al orinar parada.
El pelo me cae en los párpados. La boca amarga es la presencia de la resaca. Y no hay instante en el que tu nombre deje de palpitar en mis labios.
La radio no cesa con las piezas de Vivaldi, con las que te inquietaba el cuerpo durante y después de la ducha.
Llevo por inercia o por deseo del dolor presente, las letras impresas en el papel estraza: las acaricio en mi frente.
Duele la comprensión, saber que las horas de esa noche donde después de cantar tuvimos un lugar privilegiado para encontrarnos y amanecernos con café y caricias.
Cantabas emulando a Era Fitzgerald, con la pasión desgarrando la garganta, yo con la gabardina y el pelo hasta la espalda, las botas negras y el tequila en la cantimplora, bailaba discreto entre los otros locos complacidos ante el alcance de tus notas. Los aplausos eran tan míos como de ti mi existencia.
Nos colamos esa noche en la mejor habitación. Ninguno de los artistas importantes tuvo la vista de nuestro cuarto de hotel, el Palacio lírico, el de adobe y puertas de arcos, de varillas corrugadas y camas de vaqueta. El desayuno llegaba a la puerta, en la chimenea encendía la leña, en las paredes rebotaba tu risa.
Sé que de algo servirá este instante de recuerdo. Que imaginarme de nuevo tu voz cautivando las miradas, me hará saber que algún día estuviste.
Al final del mensaje escrito con tu lápiz delineador, has dibujado un ancla. Me convocas al lugar donde una vez la arena dibujó nuestros pasos. Y cayeron en nosotros las aguas del cielo, la luz de los faros de esos barcos a punto de partir.
No hago más que aferrarme a la historia. Escribirla, pensarla es reiterarla. Mirar de nuevo hacia adentro me hará descubrirte otra vez bailando descalza un domingo en el vientre de la iglesia, acompañada del ritmo de los cánticos del coro, tú transformándolos en notas de una cumbia. Continúo en la prisión de tu irreverencia, en la nieve resbalando por tu cuerpo mientras el vendedor de helados te observaba atónito porque pagaste para embarrarte y no para comerla como lo hacen las niñas sentadas en las bancas del parque.
Encuentro la frase definitiva. Los significados determinantes para entender. Voltear hacia el abismo pretendiendo deshacerme de la realidad, viendo volar el pedazo de estraza entre las hojas del álamo, es sólo el engaño que me invento. Es la pretensión de enterrar en el viento las palabras ciertas que ahora te escriben en lejanía.
En el puño marcando tu párpado izquierdo me explicaste la razón de la partida. En la cólera de mi ignorancia escrita está como argumento de tus pasos buscando las otras ciudades, los otros nombres, los posibles escenarios donde tu voz seduzca otra vez.
Levantas tu falda de nuevo. Es la memoria y su nobleza, la posibilidad de verte en una foto pegada a la nevera, los labios marcados en el cristal de la jarra, donde un poco de cerveza caliente es vestigio de la última ocasión de embriagarnos juntos hasta el amanecer. Fue ayer el claudicar de tu tolerancia.
Un pedazo de tabaco en mis labios. La última bacha. Es la imaginación otra vez dentro de esa habitación de lujo, donde la leña arde, donde tus piernas vuelan, donde la leche en mi garganta es el robo de la niña que amamantas.
Tienes a delicadeza de un metal perforando tu ombligo, las letras dibujadas en el elástico de tu calzón exhibiendo tres ositos amarillos y sonrientes. Tengo el límite de la mirada difusa, el sabor en mi garganta de tu llanto de niña.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

insisto, tienes problemas de sintaxis

Anónimo dijo...

es la envidia, Carlos, jeje

Anónimo dijo...

Podría enumerarlos, anónimo dos.
Lo que pasa es que los amigos del que escribe por lo general son ciegos.

Otro problema, por ejemplo, es que hay muchas oraciones con poesía fallida.

Hay que pararse un poquito a pensar y no dejar sin vigilancia a la emoción poética.

Ahora, que si el escritor dice que escribe esto como pasatiempo, está bien. Lo feo es que también publica en periódicos y con los mismos errores.

Fin

pd. Comentario sin envidia. Escribo mejor, ja.

Anónimo dijo...

Tanto alboroto por un escritorcito tan malito.

Anónimo dijo...

qué dicen! si el carlos sánchez es el mejor escritor de su colonia.